viernes, 17 de julio de 2009

EL COLOSALISMO EN LA ARQUITECTURA


El rasgo más característico de la arquitectura egipcia es el colosalismo; es decir, sus enormes dimensiones, que no guardan relación con las del ser humano. Se trata de grandísimas construcciones en piedra, donde no existe la proporción entre el tamaño del edificio y la función que este tiene.
La construcción más importante del antiguo Egipto es la pirámide. Las primeras que se construyeron, en torno al año 3000 a.C., se llamaban mastabas. Fueron las tumbas de personajes notables y de los primeros faraones, como la del rey Zoser. A partir de entonces, se construyeron las verdaderas pirámides, que albergaban la tumba del faraón y todo su ajuar (sus objetos personales), que se creía le sería útil para su vida de ultratumba. Las más imponentes son las tres pirámides de Gizeh, cerca de El Cairo; la de Keops alcanza los 137 metros de altura ¡casi como un edificio de 50 plantas!
Además de las pirámides, los templos también son grandísimas construcciones. Casi todos tienen una estructura muy parecida. Se accede a ellos por una gran avenida, con dos hileras de esfinges y obeliscos. Al final de esa avenida se encuentran los pilonos, que son las entradas monumentales al templo. Desde allí se llega hasta un patio rodeado de columnas, para acceder, después, a la sala con columnas y otras dependencias para el altar y los sacerdotes. El templo de Karnak y el de Luxor son dos ejemplos de este tipo de templos. Otros, como el de la reina Hatshepsut o el de Abu Simbel, estaban excavados en la montaña.

LA RIGIDEZ EN LA ESCULTURA

La mayor parte de los restos escultóricos que se conservan del antiguo Egipto se ha encontrado en las tumbas. Esto explica que muchos de ellos se hayan mantenido en perfecto estado, pero también, que otros muchos hayan sido presa de ladrones y saqueadores.
La escultura egipcia se caracteriza por una gran rigidez y un solemne hieratismo; es decir, las figuras se representan rectas, mirando de frente, sin ningún tipo de movimiento. Los rostros tienen ojos almendrados y no muestran ninguna expresión.
Existe una gran cantidad de retratos escultóricos de faraones, sus familias y otros personajes de la corte. En muchas ocasiones, el faraón era representado junto a otros dioses.
Al igual que la arquitectura, la escultura egipcia también se caracteriza por su colosalismo. Los templos y otras construcciones se decoraban con esculturas gigantes de faraones y dioses. El ejemplo más grandioso de este tipo de escultura se encuentra en el templo de Abu Simbel.
Además de esta escultura colosal, abundan también los relieves, que es la escultura tallada en la piedra. Estos decoraban los muros, las paredes, las columnas y los capiteles de templos y tumbas. Al igual que otras esculturas, se coloreaban con tonos ocres (del color de la tierra), amarillos o rojos.

EL MOVIMIENTO EN LA PINTURA


A diferencia de la escultura, la pintura egipcia sí capta el movimiento. Las figuras, con los perfiles muy marcados en negro, combinan la visión de piernas, pies y rostro de perfil, con los ojos y la parte superior del tronco, que se ven de frente.
Esta pintura se solía representar en las paredes de las tumbas. En las tumbas del Valle de los Reyes, en la antigua Tebas, casi todos los muros están cubiertos por frescos que narran escenas de la vida cotidiana: trabajos agrícolas, escenas de caza y pesca, fiestas con bailarinas y músicos...
Además de esta pintura mural, hay que destacar el más importante ejemplo de libro ilustrado que se conserva: el Libro de los muertos. En él se relatan escenas de la vida de ultratumba, en las que aparecen faraones y dioses. Los colores de las ilustraciones son muy vivos, y los perfiles son nítidos. Las figuran presentan esa doble visión de la que hablamos antes (de perfil y frontal), y todo se acompaña con escritura jeroglífica.